Rusia recuerda a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial
En Rusia, como en todo el mundo, hoy se celebra El Día Internacional de la Conmemoración de las víctimas del Holocausto. Este día hace 65 años, el 27 de enero de 1945, fue liberado por las tropas soviéticas uno de los más tenebrosos campos de concentración nazi, el de Auschwitz-Birkenau, en el que se calcula que fueron asesinados entre 1,5 millones y 2,5 millones de personas, la gran mayoría de los cuales eran judíos.
El término “holocausto” (del griego “exterminación por el fuego"), en la literatura científica y periodística contemporánea se refiere a la política de la Alemania nazi y sus aliados por la persecución y la exterminación de las personas judías entre 1933 y 1945. Pero las conclusiones de estos acontecimientos llegan más lejos de sólo los estudios históricos. Al aprobar en 2005 el Día de la Conmemoración del Holocausto, la Asamblea General de la ONU llamó a los países miembros para que elaboraran los programas de ilustración y educación, para aprender las terribles lecciones del Holocausto, que llevó a incontables víctimas entre los judíos y otros pueblos, prevenir los actas del genocidio en el futuro y entender los peligros de xenofobia, odio e intolerancia. En memoria de tan terrible suceso en muchos países fueron fundados museos, y anualmente se celebran foros internacionales.
En vísperas del 27 de enero, el primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, se reunió con el primer rabino de Rusia, Berl Lazar. El clérigo afirmó, que el pueblo judío nunca olvidará de la hazaña del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial que salvo Europa de la "peste marrón". El jefe del Gobierno ruso agradecó a Berl Lazar por los esfuerzos de las organizaciones judías en Rusia por la conservación de la memoria de las víctimas del nazismo y la resistencia a la distorsión de la historia.
Hoy el primer Ravino de Rusia, Berl Lazar, llamó a todos los políticos del mundo que no dieran acceso a la glorificación de los delincuentes nazis. Lamentó que la lección del Holocausto no fue aprendida, como lo muestran constantes intentos de excusar a los participantes de tales crímenes, incluso en los países que se consideran democráticos. Un ejemplo reciente es la resolución firmada por el presidente de Ucrania, Víktor Yúschenko, según la cual el colaborador nazi fotorio, Stepán Bandera, fue proclamado como héroe nacional.
El 27 de enero en Moscú se encienden las velas de memoria en el Centro Internacional Judío, en esta ceremonia participarán altos prepresentantes de las embajadas y organizaciones internacionales. Después, en el Centro de Letrados se celebrará la velada conmemorativa, en la que los presos del campo y los liberadores contarán sus recuerdos. En todas las sinagogas de la capital tendrán lugar oraciones conmemorativas.
Pero la punta del genocidio nazi fue dirigida no solamente contra el pueblo judio: los gitanos, polacos, yugoeslavos, bielorusos, ucranianos y rusos tenian que desaparecer de la faz de la tierra, según los planes de la dirección hitleriana. En el transcurso de los cuatro años de guerra en la antigua Unión Soviética perdieron la vida 27 millones de personas, la mayor parte eran civiles.
Asimismo en Rusia conmemoran hoy uno de los episodios más significativos y heróicos de toda la historia de la Segunda Guerra Mundial, que también es un terrible ejemplo del genocidio meditado por los nazis. El 27 de enero de 1944 fue roto el bloqueo de casi 900 días de la ciudad de Leningrado.
El sitio de Leningrado (ahora San Petersburgo) duró exactamente 872 días. El 15 de septiembre de 1941 las tropas nazi agarraron la ciudad, que contaba con un poco menos de 3 millones de habitantes, en un círculo del bloqueo. Fue una monstruosa tentativa para la liquidación completa de la población, de una de las más grandes urbes del mundo. Los planes de Hitler condenaron a Leningrado a ser arrastrado, incluso en caso de que la ciudad se hubiera rendido. Lo que ayudó a su supervivencia, fue no sólo la heróica defensa de los soldados, sino también la increíble fuerza moral de los vecinos.
La catástrofe se inició con la falta de alimentos que se hizo evidente en octubre del 1941, y en noviembre empezó la terrible hambruna, agravada por el frío invernal, la falta de calefacción y de transporte. La única e insuficiente vía de comunicación con el resto del país fue el peligroso Camino de la Vida, que atravesaba el lago de Ládoga congelado, estando al alcance de la artillería y los aviones enemigos. Durante el sitio murieron por: inanición, frío y los bombardeos del ejército alemán, según varias fuentes, de 400.000 a más de un millón y medio de los habitantes de Leningrado.
Las muertes se convirtieron en una cosa cotidiana. Uno de los monumentos más terribles de la época es el diario de una niña leningradense, Tanya Sávicheva. En el librito, en las seis últimas páginas Tanya fijó las fechas de las muertes de su hermana, abuela, tíos, hermano y su madre. A Tanya le lograron evacuar de Leningrado, pero murió por los efectos del hambre poco después.
Sin embargo, aquellos que lograron sobrevivir en estas condiciones infrahumanas, siguieron viviendo y trabajando heróciamente. En 1941 los clérigos se negaron a abandonar Leningrado y continuaron llenando a los ciudadanos de esperanza, en todas las iglesias de la ciudad rezaban por la victoria, celebraban las misas de cuerpo, hacían colectas para la construcción de armas. Seguían funcionando teatros y bibliotecas, y cuando en el verano de 1942 se volvió a abrir la filarmónica de Leningrado, en el primer concierto interpretaron la 'Séptima Sinfonía' de Dmitri Shostakóvich, la obra que se convirtió en el símbolo musical del sitio de Leningrado.
El bloqueo fue roto el 18 de enero de 1943, y Leningrado fue liberado completamente el 27 de enero de 1944. Como resultado de la ofensiva del Ejército Rojo las tropas invasoras retrocedieron a casi 100 kilómetros de la ciudad.
Este día se convirtió en el Día de la Gloria militar de Rusia, que se celebra en San Petersburgo con gran consideración y respeto. Hoy, celebrando los 66 años de la liberación, en los cementerios locales donde descansan en paz cientos de miles de los defensores de la ciudad, tanto militares, como civiles, y a pie de los monumentos, que guardan la memoria de aquellos días, los herederos de los sobrevivientes colocan ramos de rosas y claveles. En la neblina del frío invernal esas flores rojas se ven como gotas de sangre en la blanca nieve.
Por la tarde se organiza un concierto oficial en memoria del final del bloqueo de Leningrado. Y por la noche en la fortaleza de San Pedro y San Pablo todos podrán escuchar los fragmentos de la inmortal obra de Dmitri Shostakóvich, y los versos de la poetisa, Olga Berggolts, quien logró sobrevivir y contar lo sucedido en Leningrado en sus obras. Y como de costumbre, la gente encenderá velas en memoria de los valientes.